miércoles, junio 25, 2008

I CONFERENCIA: MUJERES LESBIANAS, BISEXUALES Y TRANSGÉNEROS



De cara al Día Mundial de Lucha contra la Homofobia y a nuestra exposición “Discriminar deshumaniza”, el 15 de mayo último, en el Museo del Estanquillo, como Grupo 44 LGBT de Amnistía Internacional-México, realizamos el panel “Mujeres lesbianas, bisexuales y transgéneros: Activando contra la homofobia, por sus derechos”, en el que participaron las activistas Angie Rueda Castillo, Myriam Brito Domínguez, Paulina Martínez Peredo y Magalli Piña Bedolla.

Fue un espacio de intercambio de experiencias y reflexiones acerca de la lucha contra la lesbofobia, la bifobia y la transfobia al que asistieron unas 60 personas.


Mujeres diversas

La primera en intervenir fue Angie Rueda, mujer transgénero que es responsable del Programa de la Presidencia del CONAPRED en materia de no discriminación por género, preferencia sexual e identidad de género.

Ella afirmó: “En México y en el mundo, habemos muchos tipos de mujeres: mujeres a las cuales por razones de salud se les extrae la matriz o las mamas, que son estériles, que deciden no tener hijos, que son lesbianas, que somos transgenéricas y transexuales, y que no vamos con las normas del heterosexismo, la heterocentralidad y la heteronormatividad que quieren imponer una dicotomía de lo que es ser hombre y mujer, y un modelo de familia monogámica, neutral y heterosexista”.



Desde la particularidad de su activismo social e institucional, ella manifestó que en el activismo LGBT de hoy son fundamentales cuatro ejes: 1) la defensa de los derechos humanos, 2) la no discriminación y el derecho a la diversidad, 3) la perspectiva de género, y 4) la lucha contra todas las formas de homofobia.

Angie, quien participa en el Frente a favor de la iniciativa de la Ley de Identidad de género, es Licenciada y Maestra en Sociología, y tiene estudios de Doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Iberoamericana. Sin embargo, aludió, los documentos que sustentan sus estudios no corresponden a su identidad de género, a su nombre y a su proyecto de vida actuales; pues es una indocumentada.

Lesbianas y bisexuales discriminadas principalmente por sus familias

A su turno, Paulina Martínez Peredo, conocida activista lesbiana, fundadora y coordinadora de Musas de Metal Grupo de Mujeres Gay A.C., refirió que su organización existe desde 1995 y que su principal quehacer es brindar talleres a mujeres lesbianas y bisexuales, a quienes les sirve para encontrarse consigo mismas y con sus similares, y logran identificarse con historias de vida parecidas a las suyas, y ello les ayuda a bajar su enorme angustia y tensión, y a romper con el silencio y a liberarse de tantas cadenas represoras.

Paulina, quien también es cofundadora del Grupo 44 LGBT, dijo que, entre otros proyectos, durante los dos últimos han estado trabajando en una investigación sobre la discriminación por orientación sexual centrada en mujeres lesbianas y bisexuales, con el fin de registrar y visibilizar las formas en que ellas son discriminadas por ser mujeres y por ser lesbianas.



Respecto a los resultados de la investigación de su organización, Paulina, quien es Licenciada en Diseño Gráfico por la UNAM, sexóloga por el IMESEX, y sicoterapeuta por el Instituto de Psicoterapia Gestalt, comentó: “La mayoría dijo que por ser mujeres sí sienten que son discriminadas, aunque también dijeron que eso es lo común y lo cotidiano, lo que me lleva a ver que estamos muy acostumbradas a ser discriminadas. Se entrecruzan otras discriminaciones, puede ser por el color de la piel, la apariencia física, la edad, el origen de las mujeres, o también la obesidad. Y todas estas se van agregando a la orientación sexual”.

Para el análisis de los resultados, se hizo una división por las etapas de la vida: la infancia, la adolescencia, momento actual de vida; y luego por los ambientes: la escuela, la familia, la calle y el trabajo. De acuerdo a la mayoría de las mujeres que participaron en las entrevistas, la discriminación más fuerte se produce en el hogar, la propia familia es el lugar donde se encuentran más ejemplos de discriminación. Le siguen la calle y otros espacios.



Las mujeres entrevistadas dijeron que el discurso de que “está mal ser homosexual” y los malos tratos se presenta tanto en la familia como en la escuela. En la calle, las reacciones violentas se desatan, sobre todo, si ellas van de la mano con su pareja y se expresan afecto (besos, darse abrazos), o si se muestran masculinas.

Paulina contó: “Inclusive en la Zona Rosa que aparentemente es una zona donde se supone que muchas deambulamos con tranquilidad, pues tampoco, porque allí también la gente reacciona con insultos inmediatamente si se dan besos o abrazos en muchos de los casos. Además muchas de ellas no se sienten con ganas de denunciar porque, por ejemplo, había el relato de unas chicas que estaban en un parque platicando: “yo no le di beso ni nada”, entonces un tipo llegó, se empezó a masturbar en frente de nosotras, fuimos a buscar a la policía; la policía nos dijo “¿por qué están aquí?, mejor ya váyanse. No deben estar aquí a estas horas””.

Sigue faltando una cultura de la denuncia sobre casos de discriminación y violencia. Se trata de un problema que se agudiza por la desconfianza y la indiferencia que no se esfuerzan en mostrar los propios encargados de respetar y hacer cumplir la ley. “La mayoría está en el convencimiento que no sirve de nada, de que es muy tedioso, o que en el caso de estas chicas que si lo hicieron, pues, que no llegó a más. Hubo muchos casos de despidos por ser lesbianas, donde algunas decían “pues, no tengo cómo comprobar que fue por ser lesbiana o por ser bisexual”, refirió Paulina.

De hecho, expresó que las mujeres bisexuales sufren discriminación de parte de los sectores tanto LGBT como heterosexual, por ello la bisexualidad sigue estando muy oculta y existe poco conocimiento al respecto, de allí que se presenta como una vertiente a investigar. Señaló que las mujeres bisexuales temen abrir su orientación bisexual porque se ven expuestas a que se les proponga formar tríos o sostener encuentros con un chavo y una chava, no quieren ser hostigadas sexualmente”.



El estigma y la discriminación contra la visibilidad de las mujeres bisexuales

“Cuando hablamos de estos problemas es muy importante tomar la perspectiva de género, y aclarar de primera entrada que la perspectiva de género y el feminismo vienen juntos y pegados de origen”, precisó en el comienzo de su intervención Myriam Brito Domínguez, una activista bisexual, cofundadora y activa integrante del Grupo Opción Bi, en el que participa como parte de la coordinación.

“Y lo quiero resaltar -acotó- porque generalmente ahora, con la derecha en el poder, pero con la presión internacional para que tome en cuenta la perspectiva de género, de repente quiere hablarse con una perspectiva de género más vacunada, más light, más ligerita. Como si hablar de mujeres fuera perspectiva de género y nada más”.

Myriam, Licenciada en Sociología por la UAM-Azcapotzalco y Maestra en Filosofía Política por la misma universidad, se refirió igualmente a “la dictadura de los estereotipos de género”. “Si hay un grupo que muestra claramente cuán graves son las violaciones de esta dictadura de género, de los estereotipos de género, son justamente las personas transexuales. Porque lo que se ve, lo que vemos todos los días, es la apariencia de género. Entonces en cuanto alguien ve en la calle a alguien que no le corresponde lo que cree que debería de ser o cómo se ha construido socialmente, el choque es brutal hasta llegar a los extremos de la violencia”.
Asimismo, describió las formas que constituyen el estigma de la bisexualidad. Dijo que se compone de los siguientes elementos: “todas las mujeres bisexuales somos promiscuas”, “todas las mujeres bisexuales somos infieles”, “no tenemos relaciones duraderas”, “contagiamos el VIH porque nos acostamos con hombres”, “somos indefinidas”, “estamos en transición”, “no sabemos lo que queremos”, “seguramente lo queremos todo”, “estamos confundidas, que pobrecitas de nosotras”.

Pero, además de lo señalado, lo más grave es la invisibilidad de la bisexualidad: “somos totalmente invisibles”. Ello da lugar a la formación de un estigma que pesa. “Las personas que nos asumimos como bisexuales, que decimos nuestra orientación, somos estigmatizadas, y a partir de allí, pues, hay todas las condiciones para generar cualquier forma de discriminación, que puede ser rechazo, desprecio, marginación, violencia en diversos espacios y en diversos lugares”, indicó Myriam, quien cursó en la UNAM el Diplomado sobre Derecho a la No Discriminación (IIJ-Conapred) y el III Diplomado en Estudios sobre Diversidad Sexual del Programa Universitario de Estudios de Género.



De hecho, ella manifestó que una de las discriminaciones más sentidas de las mujeres bisexuales es la que proviene de las lesbianas porque se sigue viendo a la bisexualidad como una orientación no aceptada normativa y socialmente, no es reconocida, es marginal y tienen consecuencias graves el decirla. Las mujeres bisexuales van en busca de un espacio de integración, que es lo que todos los seres humanos buscamos: afecto, amor, amistad, compañerismo, un grupo de integración, pero en esos mismos espacios encuentran lo contrario. “Es allí, donde las mujeres han buscado sus pares, comprensión, apoyo… ¿Cómo es posible que alguien que ha padecido esta marginación, que ha padecido el estigma, a su vez haga lo mismo?”, reflexionó Brito Domínguez.

“Todos estos elementos vulneran nuestros derechos humanos, nuestra condición, nuestra dignidad humana como mujeres y como mujeres bisexuales”, manifestó Myriam, para luego preguntar: “¿Sólo el Estado y sus instituciones violan los derechos humanos? Considero que no. Se ha demostrado y lo han ido demostrando todas las investigaciones y el activismo que se ha hecho en años recientes, que no, que también en lo privado, en la intimidad, se violan los derechos humanos; las feministas lo empezaron a decir hace ya bastantes décadas: “lo privado, lo personal es político””.

Solidaridad internacional con LGBT del mundo

“Es terrible ver que vivimos en un mundo en el cual, en mayor o menor grado, en casi todos los países del orbe se violan los derechos humanos de las personas pertenecientes a la comunidad LGBT”, dijo Magalli Piña Bedolla, miembro cofundadora del Grupo 44 LGBT de Amnistía Internacional-México. Ella también es cofundadora de Musas de Metal Grupos de Mujeres Gay A.C.



Esta realidad es mostrada a través de los informes que sobre este tema realiza Amnistía Internacional. “De allí que ser activista de Amnistía me pone frente a esta realidad que no sólo es local sino internacional”, expresó Magalli, quien es Médica Cirujana y Homeópata por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), y psicoterapeuta por el Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt.

Y desde el testimonio de activista comentó: “La labor que los activistas que pertenecemos a esta organización de derechos humanos hacemos puede representar un oasis en el desierto, y me devuelve la confianza de que si un número suficiente de personas levantamos la voz podemos hacer de este mundo un mundo mejor y seguro para todas y todos los que vivimos en él”.

Asimismo, pudo compartir algunos casos concretos, a través de testimonios de lesbianas y personas transgénero (Senegal, Rumanía y Argentina), relacionados a situaciones de homofobia, discriminación e intolerancia contra las personas diferentes. Gracias al principio rector de Amnistía Internacional, que es la Solidaridad Internacional, detrás de los casos de las personas hay mucha gente que se siente muy comprometida, trabajando por ellas.

Magalli Piña, quien cursó también el Diplomado en Estudios sobre Diversidad Sexual en el Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM, evocó: “Amnistía Internacional considera que los actos de violencia contra lesbianas, gays, bisexuales y personas transexuales o transgénero en la comunidad y en el hogar constituyen tortura de la que el Estado debe responder cuando son de naturaleza y gravedad comparadas con el concepto de tortura definido por las normas internacionales, y el Estado no ha cumplido con su obligación de proporcionar una protección efectiva, entonces, hay que exigírselo, porque es su obligación”.

A lo largo de la última década, Amnistía ha documentado niveles alarmantes de abusos contra transexuales, incluso tortura y malos tratos. La gran cantidad de información recibida de estos ataques se debe en gran medida a la valiente labor que los activistas locales han hecho al defender los derechos de los transexuales, pese a las amenazas y a la marginación que conlleva sacar a la luz estos abusos.

“El predominio del sexismo y la homofobia en la sociedad crean un clima en el cual las lesbianas corren un grave riesgo de sufrir abusos en la comunidad y en el hogar. Las jóvenes que revelan su identidad sexual a veces son obligadas por sus familias a casarse o a tener relaciones sexuales con hombres, obligan a las mujeres –sobre todo a las jóvenes- a casarse o a mantener otras relaciones que conllevan actos sexuales reiterados y no consentidos, y esto no es sólo discriminatorio sino que se puede equiparar a tortura y esclavitud sexual, y esto hecho por las familias”.



Por último, Magalli recordó que Amnistía Internacional hace recomendaciones a los gobiernos, tales como: poner en libertad inmediata a todas las personas encarceladas sólo por su orientación sexual, revisar las legislaciones vigentes para estar seguros de que no hay leyes que discriminan.

Al respecto, resaltó una de las últimas acciones regionales de Amnistía Internacional: “Y aquí les comparto también un éxito reciente, en el cual el Grupo 44participó activamente, y fue que en Nicaragua existía un artículo que condenaba la sodomía, y lo manejaba todavía como sodomía. Y el grupo trabajó mucho con otros grupos de la región, para pedir al gobierno que derogara esta ley, este artículo. Esto es como un gran logro que sí se puede hacer cuando nosotros nos unimos y pedimos a los gobiernos que hagan el trabajo que les corresponde”.

Nota elaborada por Manuel Herrera.

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